Declaración pública sobre COVID-19 y nacimientos en Chile

Como Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO Chile), vemos con preocupación la situación que está ocurriendo con el Covid-19, y la forma en que esta pandemia está afectando los cuidados relacionados con las etapas de la gestación, parto y post parto.

 

 Al igual que lo que se observa a nivel mundial, en nuestro país, se están aplicando protocolos que en muchos casos revierten los avances alcanzados durante los últimos años en relación al parto personalizado y respetado. 

 

Organismos como la Confederación Internacional de Matronas (ICM) han dado a conocer situaciones de violación de derechos humanos de mujeres y sus bebés, así como de las matronas, debido a la introducción de protocolos poco adecuados en la atención de gestantes en relación al Covid-19. Al igual que lo expresado por la ICM, nos preocupa que en nuestro país se estén aplicando protocolos desaconsejados tanto por la Organización Mundial de la Salud como por nuestro propio Subsistema de Protección Integral a la infancia Chile Crece Contigo, como la separación precoz entre madre y recién nacido, siendo aplicado no solo para usuarias con riesgo de Covid-19, sino que en algunas maternidades, a todas las mujeres que dan a luz. Nos preocupa que en este escenario, se utilice la contingencia para justificar procedimientos innecesarios tales como cesáreas y/o partos instrumentales, sobre todo en el sistema privado de salud.

 

Igualmente vemos con preocupación la situación a la cual los Estados están exponiendo a sus equipos de salud, sin los elementos de protección personal adecuados, tema de profunda discusión en este minuto en distintos países por la importancia que reviste proteger a quienes cuidan.

 

Nuestro país aún no alcanza el peak de esta enfermedad y hemos tenido la ventaja de contar con más tiempo que otros lugares para adecuarnos a los desafíos que esta pandemia nos presenta. Vemos como en otros contextos las plantas físicas de los hospitales han debido adecuarse y se han visto comprometidos las áreas no críticas como las de maternidad, afectando los estándares de infraestructura que se ofrece a las mujeres gestantes y parturientas, restringiendo la posibilidad de contar con acompañantes significativos durante el parto, y no permitiendo el contacto precoz piel con piel. Incluso, el mismo acompañamiento continuo de profesionales de la salud se ve comprometido por cuanto el personal sanitario está sobre exigido y en muchos casos también debe guardar cuarentena o se contagia con el virus. 

 

Sumado a lo anterior, en diversos países se está cuestionando la idoneidad de que las mujeres acudan a los hospitales por el riesgo de contagio, y se está recomendando el parto en casa o centros de parto (birth homes o birth centers) para las gestaciones de bajo riesgo. Todo esto pone de manifiesto la importancia de que Chile cuente con alternativas viables y legales de parto fuera de los hospitales y clínicas, que han demostrado ser modelos seguros y que permiten además descongestionar las maternidades.

 

El escenario al que nos vemos enfrentados con esta crisis sanitaria es completamente nuevo e inesperado y nos invita a reflexionar desde muchas aristas en torno a la forma en que como sociedad estamos haciendo la cosas. Quizás esta es la oportunidad para preguntarnos si los hospitales son los lugares idóneos para atender a mujeres que enfrentan proceso fisiológicos de bajo riesgo, o si como también será necesario y beneficioso explorar otras alternativas de partos seguros para aplicar al modelo de salud chileno. El problema más inmediato de esta pandemia es la de contagio y de que los sistemas de salud no den abasto; el riesgo a más largo plazo en la forma de nacer, es que volvamos atrás a prácticas obstétricas desaconsejadas por la evidencia actual y que ponen en riesgo la salud integral de mujeres, bebés y familias. La oportunidad es que confiemos en que la atención del parto, sobre todo para casos de bajo riesgo, puede ocurrir en territorios diferentes a los hospitales.

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